Cómo el neuromarketing puede beneficiar al sector agroalimentario


Es probable que casi todo el mundo recuerde algún tipo de anuncio, ya sea de una reconocida marca de refrescos, de un exclusivo perfume o de un teléfono de alta gama. Pues bien, para este tipo de anuncios las grandes empresas utilizan diferentes tipos de procesos de investigación en los que se encuentra el neuromarketing.  

Podemos definir el neuromarketing como la “aplicación de técnicas de la neurociencia al ámbito del Marketing con el objetivo de investigar los efectos que los productos, la publicidad y otras expresiones de comunicación tienen sobre el cerebro humano, con la intención de poder llegar a predecir la conducta del consumidor, qué es lo que piensa y qué es lo que lo lleva a tomar ciertas decisiones de compra.”

Esta disciplina se remonta a los años sesenta, pero no es hasta el S.XXI en donde se ha ido desarrollando gracias a la evolución de la ciencia y la tecnología, siendo la única aplicación que es capaz de medir las percepciones de los seres humanos para combinarlas con otras disciplinas como la publicidad, la comunicación o la psicología del consumidor

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¿Cómo funciona el neuromarketing?

Podemos medir la respuesta física de un consumidor hacia un anuncio de un producto gracias a diferentes técnicas:

  • Neuromarketing Visual: analiza el sentido de la vista y tratar de comprender cómo reacciona el usuario cuando ve un producto o un anuncio. Las imágenes llegan más rápido al cerebro que otros sentidos, por tanto se trata de un aspecto esencial de análisis.
  • Neuromarketing Auditivo: se basa en el sonido y en la música. La música refuerza los mensajes, ya que el sentido del oído es muy emocional y nos permite asociar sensaciones a sonidos.
  • Neuromarketing Kinestésico: se centra en analizar los sentidos del tacto, gusto y olfato, y a partir de ello tratar de extraer conclusiones para su aplicación es estrategias de Marketing.

La mayoría de estas técnicas de neuromarketing se centran en analizar qué cambios se producen a nivel cerebral cuando estamos observando un determinado anuncio o un producto. Nos permiten ver qué zonas se activan en el cerebro de una persona ante un determinado estímulo.

Si durante la visualización de un producto se activan zonas relacionadas con los centros de recompensa de un cerebro (que producen placer) podemos inferir que el cliente está potencialmente interesado en comprarlo. Sin embargo, si un anuncio produce la activación de la ínsula (zona cerebral relacionada con el dolor) nos indica que ese producto no es del gusto del consumidor.

¿Cómo puede llegar a influir el neuromarketing en el consumidor?

Antes de que un producto salga al mercado, se han realizado diferentes estudios relacionados con el formato, packaging, colores, precio, forma de venta, etc… La estética de los envases no es casualidad, los medios de comunicación en los que se realizan las campañas tampoco. Son muchos los detalles que se cuidan para llegar a un objetivo final, VENDER.

El neuromarketing pretende ir más allá con el análisis del cerebro del consumidor, se trata de despertar estímulos en el consumidor.¿Cuántas veces has recordado involuntariamente la pegadiza canción de un anuncio? 

En los últimos años hemos descubierto que muchas tiendas de ropa han decidido perfumar sus locales con un olor característico que las identifique. De esta forma, el consumidor sabrá sólo por el olor que una de las tiendas de esa famosa cadena está cerca, y el estímulo le hará acercarse a ella, para acabar comprando alguna prenda.

El hecho de que se estudie el cerebro humano desata la polémica. Es más, algunas opiniones lo consideran manipulación, mientras que otras lo ven como la técnica más fiable para dar respuesta a la necesidad de los clientes.

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Aplicación del neuromarketing en el sector agroalimentario

Hace ya unos cuantos años que muchas grandes empresas utilizan técnicas de neuromarketing para testear el impacto de sus productos hacia los consumidores con resultados exitosos. 

Actualmente esta disciplina comienza a tener presencia frecuente y consolidada en la industria agroalimentaria ya que son muchos los beneficios que aporta al sector. 

Gracias a técnicas como el neuromarketing Visual o eyetracking se pueden analizar el movimiento ocular de los consumidores con el objetivo de investigar qué producto llama más la atención por su packaging y por ende tiene más posibilidades de éxitos de ventas. 

Esta técnica las podemos aplicar dentro del sector agroalimentario a infinidad de productos como por ejemplo el envase de una marca de aceite de oliva o una botella de vino, en función del diseño del packaging cambia la percepción total del producto.

Otra de las técnicas que podemos aplicar al sector agroalimentario es el neuromarketing kinestésico o estimulación sensorial que genera el producto en sí, por ejemplo, en productos como las frutas o las verduras, nos permite medir de forma precisa la atención, el compromiso emocional y la retención en la memoria de imágenes, colores, tipografías, hasta condicionantes culturales distintos que se ven incorporados en el packaging. 

Por medio de sensores cerebrales se puede analizar cuáles son los diseños más sugerentes y adecuados que mejor canalizan y atrapan la atención del consumidor. Es posible también determinar qué diseño del producto puntúa mejor en intención de compra, novedad y nivel de conocimiento. Además, de examinar y mejorar el diseño de nuestro producto frente al de la competencia. Por medio de toda esta información que provee el marketing neuroconductual nos será mucho más fácil desarrollar un envase que suponga una ventaja competitiva en términos de captación de la atención en el punto de venta, percepción de producto natural y vínculo emocional con la marca.

El neuromarketing aplicado al sector agroalimentario, además de ser beneficioso para las empresas que comercializan los productos, también lo podría ser para los agricultores, ya que de forma indirecta podrían tener un mayor control sobre la demanda y conocer en tiempo real y/o de forma más ágil y eficaz qué productos se venden más y por tanto optimizar los flujos de la cadena de producción.